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jueves, 25 de agosto de 2011

Papel higiénico y lentejas calientes


Papel higiénico y lentejas calientes

Hay algo en esta incertidumbre que acojona. Quiero vivir tranquilo con por lo menos un par de certezas. Todas las ecuaciones, todas las fórmulas se han ahogado en lagunas de mierda. Abiertas las heridas y las puntadas descosidas no queda de otra que coagular la sangre con Trombina. Me arde el pecho como una úlcera de toda la vida. Son escoria, todos son escoria, escoria matutina, vespertina y nocturna, son escoria y sólo resta… Me dueles en los huevos, culicagada malcriada, pirobita de catálogo, ponte una minifalda y píntate los labios con estiércol ahumado. Corre una maratón, ve y compra nimiedades que no usarás nunca, ingresa en la universidad y fóllate a tu profesor de biología, métele mano al marido de tu hermana, todas esas cosas te calzan como la zapatilla a cenicienta. El presidente y sus ministros me la chupan, los fiscales y magistrados me la chupan, todos los candidatos me la chupan, y tú, en cambio, te rehúsas. En mi cuarto ya no hay amaneceres ni crepúsculos, el tiempo se ha detenido como en un mal cuento de S-F. El único placer que me redimía te lo llevaste junto con tu lengüita viperina. Como dijo Goya: La imaginación también engendra monstruos. Anoche una niña de fábrica con una polla de 7 pulgadas elogió mis pestañas. Eso es lo que hay, eso es lo que me queda, unas pestañas sueltas, bellas y sueltas naufragando en un océano de olvido. Bellas pestañas alabadas por travestis de fin de semana que las tienen postizas y las cuencas de los ojos vacías. Ese niño malévolo que me habla al oído ha empezado a mearse en la cama por puro cinismo. Hoy sangré, mis fosas sangraron, la paranoia no cesa y mis orines son hediondos. El médico de papá dijo que yo necesitaba un trasplante. ¿De qué, doc? De alma, hijo mío. Las sienes me duelen, un amigo que ya está muerto, degollado, me dijo que era por esnifar en seco. Consume, consume pero dilúyelo con alcohol. He descubierto que no me gusta mucho la gente, no los aguanto durante mucho tiempo. No soporto a las señoras de mi barrio, creo que lo mejor será que me vaya a vivir al campo porque sino un día de estos estallaré como esos chicos de Columbine y, entonces, ya verán. No quiero sonreír. Últimamente veo tantos poetas, parece que todos son poetas y yo no quiero ser poeta, sólo quiero vomitar toda esta mierda. Todo sería más sencillo si el psiquiatra me dopara ¿Litio? Quizás ¿Clonazepam o Haloperidol? ¡Umm, rico! Mi tía era esquizo, murió en el San Vicente de Paul pesando 30 kilos. Veía gérmenes en la comida, gérmenes en todas partes, diminutas bacterias que le carcomieron el espíritu. Tenía un conjuro de magia negra y odiaba a todos los hombres, odiaba a mi padre, fue violada. ¿Acaso soy un hombre? Bueno, me gustaría violar a alguien, me encantaría violarte pirobita de catálogo, introducir violentamente mis 15 centímetros de púrpura por tu ojal, que cagues sangre por una semana, re-puta. Los polos se derriten, en África los niños mueren de hambre, mueren tan fácilmente como espichando espinillas o, mejor, como haciendo click en el I like it del Facebook, y yo sólo pienso en… ¡Qué egoísmo tan hijueputa! Divago, ¿qué decía? Ah, sí, incertidumbre, incertidumbre y dudas. ¡NO LLORÉS MÁS MARICÓN! Por eso a nuestra época la llaman postmoderna, por la imposibilidad de elección ¿Querés huevos fritos? No sé. ¿Revueltos? No sé. ¿Pericos? No sé. Pero, ¿querés huevos? No sé. ¡ENTONCES, COMÉ MIERDA! Putas cárceles mentales. Pelucas piojosas, eso es lo que hay. Seres desgarbados, vulgares, caminando por pura inercia en calles asfaltadas bajo la mirada de ojos mezquinos y desdeñosos. Movimientos brownianos, espacios minúsculos, estéticas horribles. Vómito, asco, ocio, eso es lo que hay. Soy un puto puritano, eso es lo que hay. Una grieta abismal no me permite relajar. Tensión, eso es lo que hay. Silencio, espasmos, ni un buen presagio, eso es lo que hay. ¿Sabes qué quiero? Quiero salir a la calle, tocarle el culo a alguna nena con un derrier gigantesco y mearme en una fuente del centro. Entrar a un restaurante y atiborrarme sin tener que dar un peso. También soy vulgar, vulgar y ordinario en mis deseos. No quiero nada grandilocuente, nada especial y magnífico, sólo quiero tener papel higiénico y lentejas calientes, que alguna nena me diga cuánto me quiere para luego responderle, mintiéndole, que todo eso es recíproco, que mi vida es tan huera como un cero a la izquierda si no está ella conmigo. Nada de salvar a las ballenas ni de una solución pacífica a la guerra, nada de eso me importa. Si mis sábanas están limpias y mi viejo tiene su insulina, poco importa lo demás. Eso es lo que hay. Me gusta esta mierda, ahora me masturbaré, me la menearé hasta que duela, pensaré en ella tan fuerte, decididamente, que le dolerá la cabeza. Poder extra sensorial, eso le aplicaré y luego a dormir, a soñar con paraísos espaciales, calma, muchísima calma. ¿Incertidumbre? No, para nada. Muerte a todos y cada uno de los postmodernos. Como dije, sólo quiero papel higiénico y lentejas calientes.


sábado, 20 de agosto de 2011

''Salaam'' un capitulo de ''Falso Positivo'' by Harold Jaffe


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Cuando el terrorista palestino abrió su camisa para mostrar los explosivos que tenía pegados en el pecho, el dueño de la tienda israelí señaló hacia una gran olla de hierro fundido que estaba en ebullición sobre la estufa. Contenía col, papas, cebollas verdes y, sin lugar a dudas, una mano humana pequeñita.

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Cuando el palestino abrió su camisa para mostrar los explosivos pegados a su pecho, el dueño de la tienda israelí señaló hacia la vieja olla en ebullición sobre la estufa. Col, papas, cebollas verdes y una mano humana pequeñita. El palestino era joven, delgado, con ojos negros y los trazos de un bigote negro. El dueño de la tienda estaba nervioso, con los ojos inyectados en sangre y un bigote que una vez fue negro y ahora era blanco grisáceo. Se miraron a los ojos. Entonces, cuando el palestino levantó el puño, el anciano levanto el brazo con un número tatuado en él. El joven pronunció la palabra Palestina incluso cuando el anciano pronunció la palabra Auschwitz. Cada uno en su propia lengua.

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Cuando el palestino se abrió la camisa para mostrar los explosivos pegados al pecho, el dueño de la tienda israelí señaló a la gran olla en ebullición sobre la estufa. Contenía col, papas, cebollas verdes y, notablemente, una mano humana pequeñita.

El palestino: conozco esa mano, es de mi hermana.

El israelí: te equivocas, es de mi hermana.

- La mano es muy pequeña. Tú eres un anciano.

- En ese entonces, yo era joven como tú. En otro país.

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- Así que tú eres un terrorista suicida.

- Un luchador por la libertad.

- ¿Asesinando cientos de judíos anónimos conseguirás esta libertad?

- Es el único camino que queda.

- ¿Has escuchado la palabra genocidio?

- Todos los días de mi vida he escuchado es palabra.

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Cuando el palestino se abrió la camisa mostrando los explosivos pegados a su pecho el dueño de la tienda israelí en la abarrotada calle de Jerusalén señaló a la gran olla en ebullición sobre la estufa. Col, papas, cebollas verdes y una mano humana pequeñita. Mirándose a los ojos.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Que los judíos nos devuelvan nuestra tierra. Que podamos vivir en paz.

- Y si te digo que esta tierra en Jerusalén y más allá no es tuya sino nuestra. Históricamente nuestra.

- Deja que las Naciones Unidas decida.

- Y los que odian a los judíos en la ONU. ¿Qué pasa con ellos?

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- Estás preparado para asesinarte y contigo a cientos de personas comunes y corrientes a las que no conoces y que resultan ser judíos. ¿Por qué? ¿Por un principio?

- Si este principio significa la verdad, entonces sí, si Dios quiere, estoy preparado para unirme a mis martirizados hermanos y hermanas luchadores por la libertad.

- ¿Hay muchos que se sienten como tú?

- No te puedo dar una cifra. Pero nunca he conocido a un palestino que no esté preparado para morir por la libertad.

- ¿Y si conocieras a alguno?

- Me negaría a estrecharle la mano.

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Cuando el palestino se abrió la camisa y mostró los explosivos que tenía pegados al pecho, el dueño de la tienda israelí señaló la gran olla en ebullición sobre la estufa. Contenía col, papas, cebollas verdes y, sin lugar a dudas, una mano humana pequeñita.

- Ustedes los judíos son unos caníbales.

- Lo opuesto es cierto. Hemos sido canibalizados.

- Está hablando de los Nazis. ¿No pueden dejar de hablar de sus Nazis?

- No.

- Ese es el problema con los judíos. Viven en el pasado.

- No. Vivimos en el presente con todo el peso del pasado. No hay otra forma.

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Estos Nazis que tanto los obsesionan son en lo que ustedes se han convertido.

- ¿Qué quieres decir?

- Sólo eso. Ustedes los judíos con sus uniformes inmaculados y sus avanzadas armas nos masacran y degradan así como los Nazis lo hicieron con ustedes.

- Lo que estás repitiendo aquí ya lo he escuchado antes. Se ha puesto de moda. Y es una calumnia atroz. ¡Y sobre todo, viniendo de usted con el genocidio pegado y atado a través de su cuerpo!

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Cuando la palestina luchadora por la libertad se abrió la blusa para mostrar los explosivos pegados a su cuerpo, la hija del dueño de la tienda israelí hizo un gesto a su pecho y luego señaló el pecho de la palestina. Se miraron una a la otra a los ojos oscuros por largo tiempo. Luego la palestina sacudió la cabeza, metió su mano bajo la blusa y los detonó. Esa es una versión. La otra versión es la siguiente. Después de mirarse a los ojos por largo tiempo, la luchadora por la libertad Palestina asintió una vez, lentamente. Cuidadosamente, desactivó los explosivos. Entonces ella y la hija del dueño de la tienda israelí se abrazaron y salieron juntas a la turbulenta calle de Jerusalén.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Sólo para tí


No me gustan las golosinas

Que por qué ya no voy a tu casa

Que tan tocado y tan delicado

Que parezco una piñatica todo lleno de maricaditas.

Pues sí

Soy un chico viejo

frágil y terco

no me gustan los juegos.

Sólo retozo y me divierto con una botella de añejo.

Con un poco de polvo y la luna pendiendo me pongo agudo e ingenioso

pero eso es cuento viejo.

A vos te fascinan las trampas

y yo decidí no usar ni una artimaña

sólo para llegar al interior de tus faldas.

Pozos de desconsuelo.

Algunos nacemos viejos.

Desfasados, atrasados, con los cables trocados.

Vos en cambio, toda perfectica, toda coquetica,

encamadita con el primero que se atraviesa en tu camino.

Sos sólo una sonrisa y un coqueteo marica.

Como te dije: a mí me gustan las anfetaminas.

No las golosinas.

Andá a que te babee otra lengua estéril

Que chupe tus pezones de muñeca infértil

Ya no te quiero ver

ni en Facebook te quiero ver

Ya no tienes que preguntar el por qué.

Regala tus profundidades al mejor postor

yo saldré ileso.

No hay decepción.

Nunca esperé que entendieras.

Siempre supe que tus lágrimas son de mercurio.

Muñequita inflable de lo único que me arrepiento

es de no haberte dañado la válvula de escape.

Ya no tienes que preguntar el por qué.

viernes, 12 de agosto de 2011

Three Oranges



Tres naranjas

La primera vez que mi padre me oyó escuchando

este trozo de música me preguntó, ‘‘¿Qué es eso?’’,

‘‘Se llama Amor Para Tres Naranjas’’,

le informé.

‘‘chico’’ dijo, ‘‘eso se está volviendo vulgar’’.

Se refería al sexo.

Escuchándola, siempre me imaginé tres naranjas sentadas allí,

ya sabes, así como las naranjas pueden hacerlo, grandiosamente.

Quizás Prokofiev quiso decir lo que mi padre pensaba.

Si era así, yo prefería la otra forma

La cosa más horrible que podía pensar era que parte de mi ser

era lo que había sido eyaculado de su estúpido pene.

Nunca lo perdonaré por eso,

La ilusión en la que estoy atascado.

No encuentro ninguna nobleza en la paternidad.

Yo digo: mata al padre antes de haga más como yo.


''ON THE BUS'' Bukowski (1992)




traducción: Jhon Edwar López Rendón


jueves, 11 de agosto de 2011

Reflexiones de ZIZEK, muy oportunas en los tiempos que corren

VIOLENCIA EN FRANCIA, LA SOCIEDAD EN RIESGO.

Lo que hay que resistir cuando se nos presentan imágenes de autos que arden en los suburbios de Paris, es la ‘‘tentación hermenéutica’’, la búsqueda de un significado o mensaje más profundo oculto en esos estallidos. Lo más difícil de aceptar es, precisamente, su extrema ausencia de sentido: más que una forma de protesta, constituyen un passage a l’’acte que testimonia no sólo la impotencia de los perpetradores, sino, sobre todo, la falta de lo que Frederic Jameson llamó ‘‘mapeo cognitivo’’, su incapacidad para inscribir la experiencia de su situación en un todo significativo. La verdadera pregunta, entonces, es: ¿cuáles son las raíces de esa desorientación?

A los teóricos sociales les gusta repetir que la sociedad actual es completamente ‘‘reflexiva’’: no hay naturaleza ni tradición que proporcionen una base firme en la que se pueda descansar; hasta nuestros impulsos más profundos (la orientación sexual) se viven cada vez cada vez más como algo que se elige. Cómo alimentar y educar a un niño. Cómo proceder en la seducción sexual. Cómo y qué comer, cómo descansar y divertirse: todas esa esferas son objeto de una creciente ‘‘colonización’’ por parte de la reflexión, se las experimenta como algo a aprender y sobre lo cual decidir. Sin embargo, la principal traba de la sociedad de riesgo reside en la brecha entre saber y decisión: nadie ‘‘sabe en verdad’’ qué hacer, la situación es por completo ‘‘indecidible’’, pero de todos modos hay que decidir. El problema entonces no es el de la elección compulsiva (tengo libertad de elección con la condición de que tome la decisión correcta), sino lo opuesto: la elección es libre, y por ese motivo se la experimenta como más frustrante.

Nos encontramos permanentemente en la posición de tener que decidir sobre cuestiones que afectarán nuestra vida, pero sin una base de conocimiento adecuada. Lejos de experimentársela como liberadora, esa compulsión a decidir libremente se experimenta en consecuencia como una apuesta obscena y angustiante, una suerte de inversión irónica de la predestinación: se me hace responsable de decisiones que me vi obligado a tomar sin un conocimiento adecuado de la situación. La libertad de decisión de la que goza el sujeto de la ‘‘sociedad de riesgo’’ no es la libertad de alguien que puede elegir con libertad su destino, sino la libertad angustiante de alguien que se ve constantemente impelido a tomar decisiones sin tener conciencia de sus consecuencias.

Nada asegura que la politización democrática de las decisiones cruciales, la activa participación de miles de individuos comprometidos, necesariamente vaya a mejorar la calidad y la exactitud de las decisiones y que, por lo tanto, los riesgos vayan a disminuir. Es tentador evocar aquí la respuesta de un católico devoto ante el reproche de un liberal ateo de que los católicos son tan estúpidos como para creer en la infalibilidad del Papa: ‘‘nosotros, los católicos, por lo menos creemos en la infalibilidad de una y sólo una persona: ¿acaso la democracia no se basa en un concepto mucho más arriesgado, en que la mayoría de las personas, millones de ellas, son infalibles?

El sujeto entonces se encuentra en una situación kafkiana de ser culpable por ni siquiera saber de qué es culpable (si es que lo es): me desvela la idea de que ya tomé decisiones que me pondrán en peligro, a mí y a mis seres queridos, pero que, en el mejor de los casos sólo sabré la verdad al respecto cuando ya sea demasiado tarde. Recordemos la figura de Forrest Gump, ese ‘‘mediador evanescente’’ perfecto, lo opuesto al maestro (el que registra un acontecimiento al nombrarlo, al inscribirlo en el gran otro): se presenta a Gump como un espectador inocente que, limitándose a ese papel, desencadena sin saberlo un cambio de proporciones históricas. Cuando visita Berlín para jugar al fútbol y sin darse cuenta lanza la pelota del otro lado del muro, inicia así el proceso que derrumba el muro; cuando visita Washington y se le da una habitación en el complejo Watergate, en plena noche advierte que pasan cosas extrañas en las habitaciones de enfrente, llama al guardia y da comienzo a los hechos que culminaron con la caída de Nixon. ¿No es la máxima metáfora de la situación a la que nos vemos obligados a dar pasos cuyas consecuencias están más allá de nuestro alcance?

Nos encontramos en el centro nervioso de la ideología liberal: la ideología dominante trata de vendernos la misma inseguridad que provocó el desmantelamiento del Estado Benefactor como la oportunidad de nuevas libertades. ¿Hay que cambiar de trabajo todos los años y depender de contratos breves en lugar de contar con un puesto estable y a largo plazo? ¿Por qué no verlo como la liberación de las limitaciones de un empleo fijo, como la oportunidad de reinventarse una y otra vez, de tomar conciencia de las posibilidades ocultas de la propia personalidad y de concretarlas? ¿Ya no se puede depender del seguro médico y del plan de jubilación habituales y hay que optar por una cobertura adicional por la que hay que pagar? ¿Por qué no percibirlo como una oportunidad más de elegir: una vida mejor ahora o seguridad a largo plazo? Y si esta prédica genera angustia, el ideólogo postmoderno o de la ‘‘segunda modernidad’’ nos acusará de no ser capaz de asumir una completa libertad, de ‘‘huir de la libertad’’, o de aferrarnos de manera inmadura a viejas formas estables…

El programa televisivo más popular en Francia en el otoño de 2002, cuyo rating duplicaba el del famoso Gran Hermano, era C’est mon choix (Es mi elección). Los invitados al programa eran personas comunes que habían tomado una decisión peculiar que había determinado toda su vida: uno de ellos decidió que nunca usaría ropa interior, otro intentaba encontrar un compañero sexual más adecuado para sus padres. La extravagancia estaba permitida, incluso se la buscaba, pero con la explícita exclusión de las opciones que pudieran perturbar al público (por ejemplo, una persona cuya elección fuera ser y actuar como racista, quedaba excluida a priori). ¿Es posible imaginar mejor predicamento de lo que la ‘‘libertad de elección’’ significa en nuestras sociedades liberales? Podemos seguir haciendo nuestras pequeñas elecciones, ‘‘reinventándonos’’, con la condición de que tales elecciones no perturben de forma grave el equilibrio social e ideológico. En lo que respecta a C’est mon choix, lo verdaderamente drástico habría sido concentrarse en las elecciones ‘‘perturbadoras’’: invitar, por ejemplo, a racistas, vale decir a personas cuyas elección (cuya diferencia) significara una diferencia. Ese es el motivo por el que en la actualidad la ‘‘democracia’’ es una cuestión cada vez más falsa, un concepto tan desacreditado como consecuencia de su uso predominante, que tal vez deberíamos correr el riesgo de abandonarlo al enemigo. ¿Dónde y cómo se toman las grandes decisiones relacionadas con los temas sociales globales? ¿Quiénes las toman? ¿Se toman en el espacio público con la participación comprometida de la mayoría? Si la respuesta es sí, sólo tiene una importancia secundaria que el Estado tenga un sistema unipartidario, etcétera. Si la respuesta es no, tiene una importancia secundaria que tengamos una democracia parlamentaria y libertad individual de elección.

Etienne Balibar propuso la idea de la crueldad excesiva, no funcional, como característica de la vida contemporánea: una crueldad cuyas figuras van desde el racismo ‘‘fundamentalista’’ y/o las masacres religiosas hasta los estallidos de violencia ‘‘sin sentido’’ de adolescentes e indigentes en nuestras megalópolis, una violencia que no tiene motivos utilitarios ni ideológicos. No debe engañarnos lo que se dice sobre que los extranjeros nos roban el trabajo o sobre la amenaza que éstos representan para nuestros valores occidentales: un análisis más minucioso pronto demuestra que todo eso que se dice proporciona una racionalización secundaria superficial. La respuesta que en última instancia nos da un skinhead es que golpear a los extranjeros lo hace sentir bien, que su presencia le molesta.

¿En qué se relacionan esos estallidos con el hecho de que vivimos en una ‘‘sociedad de riesgo’’ de elecciones permanentes? En todo: esos estallidos de violencia ‘‘excesivos’’ e ‘‘inútiles’’, que sólo dan muestra de un odio puro y desnudo (no sublimado) por la otredad, son el anverso de la ‘‘reflexivización’’ de nuestra vida cotidiana. En ningún plano resulta más evidente que en el destino de la interpretación psicoanalítica. En la actualidad, las configuraciones del inconsciente (desde los sueños hasta los síntomas histéricos) perdieron su inocencia y se encuentran reflexivizadas: las ‘‘asociaciones libres’’ de un típico analizado educado consisten en su mayor parte en intentos de brindar una explicación psicoanalítica a sus perturbaciones, de modo que muy bien podría decirse que no sólo tenemos interpretaciones jungeanas, kleinianas, lacanianas… de los síntomas, sino síntomas jungeanos, kleinianos, lacanianos… vale decir, cuya realidad comprende una referencia implícita a alguna teoría psicoanalítica.

Lo que pasa en el tratamiento psicoanalítico es algo estrictamente homólogo a la reacción del skinhead neonazi que, presionado a dar razones de su violencia, de pronto empieza a hablar como los asistentes sociales, sociólogos y psicólogos sociales, y menciona la disminución de la movilidad social, la creciente inseguridad, la desintegración de la autoridad paterna, la falta de amor materno en su primera infancia: la unidad de la práctica y su inherente legitimación ideológica se desintegra en violencia descarnada y en su interpretación ineficaz e impotente.

El resurgimiento de la violencia ‘‘irracional’’, impermeable e insensible a la interpretación reflexiva es el necesario anverso de la reflexividad universalizada que proclaman los teóricos de la sociedad de riesgo. Así, cuanto más proclama la teoría social el fin de la naturaleza y/o la tradición y el ascenso de la ‘‘sociedad de riesgo’’, más atraviesa nuestro discurso cotidiano la referencia implícita a la ‘‘naturaleza’’: incluso cuando no hablamos del ‘‘fin de la historia’’. ¿No transmitimos el mismo mensaje cuando afirmamos que estamos entrando en una era pragmática ‘‘postideológica’’, que es otra forma de decir que estamos entrando a un orden postpolítico en el que los únicos conflictos legitimados son los conflictos étnicos/culturales?

Algo característico del discurso político y crítico actual es que el término ‘‘trabajador’’ desapareció de nuestro vocabulario y se lo sustituyó y/u obliteró por ‘‘inmigrantes/trabajadores inmigrantes: argelinos en Francia, turcos en Alemania, mexicanos en Estados Unidos’’. De esa manera, la problemática de clase de la explotación de los trabajadores se transformó en la problemática multiculturalista de la ‘‘intolerancia a la otredad’’, etcétera, y la excesiva inversión de los liberales multiculturalistas en la protección de los derechos étnicos de los inmigrantes sin duda extrae energías de la dimensión de clase ‘‘reprimida’’. Si bien la tesis del fin de la historia’’ de Francis Fukuyama pronto cayó en desgracia, seguimos asumiendo en silencio que el orden global capitalista liberal democrático es de alguna manera el régimen social ‘‘natural’’ que por fin descubrimos: seguimos pensando de forma implícita que los conflictos que tienen lugar en el Tercer Mundo son una subespecie de las catástrofe naturales, algo así como estallidos de pasiones violentas cuasi naturales o conflictos que se basan en la identificación fanática con las propias raíces étnicas. ¿Y qué es aquí ‘‘lo étnico’’ sino un nuevo término en clave para designar a la naturaleza?

Hay una anécdota sobre Picasso durante la Segunda Guerra Mundial: un oficial alemán visitó su estudio, vio Guernica y, asombrado ante la confusión modernista de la pintura, le preguntó: ‘‘¿Usted hizo eso?’’ Picasso le contestó con calma: ‘‘¡No, ustedes lo hicieron!’’ Hoy, y ante los estallidos de violencia en los suburbios de Paris, muchos liberales nos preguntan a nosotros, los pocos izquierdistas que seguimos confiando en una drástica transformación social: ‘‘¿No lo hicieron ustedes? ¿Esto es lo que quieren?’’ Y nosotros deberíamos contestar como Picasso: ‘‘¡No, ustedes lo hicieron! ¡Este es el verdadero resultado de su política!

Traducción de Joaquín Ibarburu

Extraído de la revista VISERA


miércoles, 3 de agosto de 2011

Tenemos que comunicar


Tenemos que comunicar

‘‘Él era un hombre muy sensible ’’ me dijo ella, ‘‘y después de que se separó de Andrea conservó sus pantis bajo su almohada y todas las noches los besaba y lloraba. ’’ ¡Mírate! ¡Mira esa expresión en tu cara! No te gusta lo que acabo de decir y ¿sabes por qué? Es porque tienes miedo; se requiere de un hombre de verdad para que admita sus sentimientos. Te he visto observando a las mujeres entrando y saliendo de sus autos, con la esperanza de que sus faldas se levanten para poder ver sus piernas. Eres como un niñito de escuela, un mirón. Y peor que eso, tú sólo quieres pensar en sexo pero en realidad no quieres hacerlo, es simplemente trabajo para ti, prefieres mirar e imaginar. ¡Ni siquiera te gusta chuparme las tetas! ¡Y no te gusta ver a una mujer haciendo las cosas en el baño! ¿Hay algo malo con las funciones corporales? ¿Acaso tú no tienes funciones corporales? ¡Jesucristo! ¡Mis hermanas me advirtieron acerca de ti! ¡Me dijeron como eras! ¡No les creí, mierda, lucías como un hombre! Todos tus libros, miles de poemas, y ¿qué es lo que sabes? ¡Te da miedo mirarle el coño a una mujer! ¡Todo lo que puedes hacer es beber! ¿Crees que se necesitan agallas para beber? Te he dado 5 años de mi vida y ¿qué es lo que haces?: ¡Ni siquiera discutes las cosas conmigo! ¡Eres bastante encantador cuando tenemos una fiesta, eso es, si estás animado puedes soltar tu mierda pero mírate ahora, no sale un sonido de ti, sólo te sientas allá en esa silla y apuras un trago tras otro! Bueno, voy a conseguirme a alguien de verdad, alguien que pueda discutir las cosas conmigo, alguien que pueda decir: ‘‘bueno, mira Paula, me he dado cuenta de que hemos tenido algunos problemas y quizás si hablamos acerca de ellos podamos entendernos un poco mejor y hacer que las cosas funcionen’’ ¡pero tú no! ¡Mírate! ¿Por qué no dices algo? Claro: ¡BÉBETELO! ¡Eso es todo lo que sabes hacer! Dime, ¿qué tiene de malo el coño de una mujer? ¡Mi madre dejó a mi padre porque él era como vos, todo lo que hacía era beber y apostar a los caballos! Bueno, casi se volvió loco después de que ella lo dejo. Él le suplicó, le suplicó y le suplicó para que volviera, incluso fingió estar muriendo de cáncer sólo para que ella fuera a visitarlo. Eso no la engañó, se fue y se consiguió un hombre decente, ahora está con él, tú lo conoces: Lance. Pero no, a vos no te cae bien Lance, ¿cierto? Usa corbata y está en los bienes raíces… Bueno, vos tampoco le caes bien. Sin embargo, mamá lo ama. Pero ¿qué sabes tú acerca del amor? ¡Es una palabra obscena para ti! Amor, ¡ni siquiera te gusta! ¡No te gusta tu país, no te gustan las películas, no te gusta bailar, no te gusta conducir en autopistas, no te gustan los niños, no miras a la gente! Todo lo que haces es sentarte en una silla y beber e inventarte sistemas para ganar en las carreras de caballos y si hay algo más tonto y aburrido que los caballos, dímelo, tan sólo házmelo saber! Todo lo que sabes hacer es levantarte enfermo cada mañana, no te paras de la cama hasta el mediodía, bebes whisky, escocés, cerveza, vodka, ginebra, y ¿qué significa eso? Tu salud está cada vez peor, tu pulgar izquierdo está muerto, tu hígado fatal, tienes presión arterial alta, hemorroides, ulcera, y Dios sabe qué más, y cuándo intento hablar contigo, no lo soportas y corres a tu escondite y descuelgas el teléfono y pones tus sinfonías y bebes hasta caer dormido, y luego te levantas enfermo al mediodía y me llamas y dices que te estás muriendo y que lo sientes y que me quieres ver y entonces yo voy y estás tan arrepentido que ni siquiera eres un humano. Oh, puedes ser encantador cuando estás enfermo y en problemas, puedes ser gracioso, me haces reír y siempre me conquistas de nuevo… ¡Pero mírate ahora! Todo lo que quieres es un trago más y luego otro y no me hablas, sólo sigues encendiendo cigarrillos y mirando alrededor del cuarto… ¿No quieres hacer que nuestra relación funcione mejor? Dime, ¿por qué le temes al coño de una mujer?



traducción: Jhon Edwar López Rendón

martes, 2 de agosto de 2011

Maestros del Realismo Sucio



Siempre lo he dicho: mi primer maestro fue Raymond Carver. Había leído a muchos otros que me habían deslumbrado, que me habían hecho reír y llorar, reflexionar, gente verdaderamente extraordinaria. Pero fue gracias a él, que todo se hizo un poco más fácil. Fue al primero que le dije: ¡Coclí por ti! ¡Sé cómo lo hiciste, conozco tu truco! Encontrarlo fue, de alguna manera, algo liberador. Me había metido en un mundo del que no conocía nada. Me había metido allí por mera terquedad y supongo que, en parte, por algo de megalomanía, algo de locura y de necedad, y entonces me lo encontré a él y me di cuenta de que la cuestión no era o, por lo menos, no parecía, tan compleja. Sus relatos siempre hablaban de cuestiones cotidianas, de las pequeñas luchas de todos los días, los problemas para pagar el alquiler, los tropeles con la pareja, los conflictos familiares, laborales, etc. No había grandes decorados ni exageración, todo es narrado de manera llana y concisa. Y la tensión, siempre la tensión, siempre nos mantiene en vilo esperando que algo suceda, así al final no pase nada. Una taza de café vacía puede adquirir un protagonismo inquietante en una historia de Carver, se puede convertir en un arma mortal o tal vez no. Pero aún así esperamos, esperamos que algo suceda y esa es su firma.

Poco me importa la polémica Lish, para mí Carver seguirá siendo la confirmación de un estilo, un estilo que bebe de Chejov, de Hemingway, de Fante y se consagra finalmente con Bukowski. Es curioso que a Bukowski denominado el Padrino del Realismo Sucio (término éste que parece provenir de la crítica europea para estudiar la vida norteamericana ordinaria) no se le incluya en las antologías publicadas por Granta para juntar a los diversos autores de esta corriente. Pero tampoco extraña, puesto que Bukowski siempre fue un paria y el mundo académico siempre lo ha mantenido en el ostracismo, y viceversa. Bukowski fue un marginal, un solitario, no era un tipo de corrillos, movimientos o universidades. Pero creo que su influencia en el Realismo Sucio es palmaria. Cuando menos, comparte con los escritores de esta corriente el minimalismo, la concisión y el retrato de las clases sociales más bajas. Es cierto también que su visión es muy personal hasta al punto que podemos hablar de lo Bukowskiano, una crítica social que podría emparentarlo aunque sólo tangencialmente con escritores como Steinbeck pero la crítica de Bukowski es más anárquica y nace más como una consecuencia del ambiente en el que le tocó vivir que con una finalidad moralista o marcadamente política. Además su sello característico es el humor, un humor descarnado, ácido, casi cruel. Un humor tan genial que en ocasiones no sabes si reír o llorar. También está la cuestión del mito que supo vender tan bien, el maldito, el tipo duro, el amante infatigable. Con respecto a esto último les dejo un poema, una parodia escrita por Carver después de una tarde que pasó con Bukowski:

Vos no sabés qué es el amor (una tarde con Charles Bukowski)


Vos no sabés qué es el amor

dijo Bukowski

tengo 51 años

y estoy enamorado de esa tipa

me dio durísimo

pero ella también está enculada

así que todo bien

es como debe ser

yo me les meto en la sangre

y ya no pueden olvidarme

Tratan de alejarse

pero finalmente vuelven

todas ellas vuelven

salvo la que dejé plantada

Esa me hizo llorar

pero en realidad

en esos días estaba débil

Por favor

no me dejes tomar bebida fuerte

me pongo mal

me vuelvo despreciable

Yo podría sentarme con ustedes

hippies queridos

y beber cerveza toda la noche

sí diez latas o más de esta cerveza

y nada

es como agua

Pero si tomo licor

empiezo a tirar gente por la ventana

ya lo he hecho

Vos no sabés qué es el amor

Porque no te has enamorado

así de simple

yo tengo esta nena joven

que es muy muy hermosa

Ella me llama Bukowski

Bukowski repite con su voz

suave y melodiosa

yo le contesto QUÉ

Vos no sabés qué es el amor

te estoy diciendo lo que es

pero no me escuchás

Ninguno de ustedes en esta habitación

Podría reconocer qué es el amor

Así él entrara y los pateara en el culo

En una época solía pensar

que las lecturas de poesía

eran un modo de escurrir el bulto

Mirá yo tengo 51 años

conozco algo la calle

sé que significa una lectura

pero me dije Bukowski

cagarte de hambre

es la peor de las entregas

Entendéme nada es lo que debería ser

Ese tipo

cómo se llama

sí ese tal Galway Kinnell

ví su foto en una revista

Tiene su pinta

pero es profesor

Cristo! imagináte eso

Pero ustedes también enseñan

y yo ya estoy insultándolos

qué voy a hacer

No

no sé quién es

y ese otro menos

Todos son insectos

Sólo egos

Yo ya no hago muchas lecturas

pero ésos que construyen

una reputación

basada en 5 ó 6 libros

son todos unos insectos

BUKOWSKI dice ella

Por qué escuchás

música clásica todo el día

Eso te sorprende

no imaginás a un bastardo como yo

escuchando música clásica todo el día

Brahms Rachmaninoff Bartok Telemann

Carajo no puedo escribir en esta casa

Demasiado silencio muchísimos árboles

prefiero el centro de la ciudad

ése es mi ambiente natural

pongo mi radio en FM y la música

la música clásica fluye toda la mañana

y me siento frente a la máquina

y enciendo un habano

y lo fumo así de esta manera

así

INTENSAMENTE

Me digo Bukowski

sos un tipo con suerte

Bukowski viviste todo

sos un viejo con suerte

El humo azul flota

en la habitación y yo miro

a través de la ventana

observo la avenida Delongpre

Veo a muchas personas

caminando por las aceras

Apago el cigarro

aspiro profundamente

y comienzo a escribir

Bukowski esto es vida

Pienso

es bueno ser pobre

es bueno tener hemorroides

es bueno estar enamorado

Pero vos no sabés lo que es

Vos no sabés qué es el amor

Si la vieras comprenderías

todo lo que te quiero explicar

Ella imaginó

que fui a su casa

a comérmela

Ella adivinó mis intenciones

me lo dijo

Mierda tengo 51 años

ella sólo 25 y estamos enamorados

Ella es celosísima

Jesús! Es hermosa

Me dijo

que me arrancaría los ojos

si yo salía con otra mujer

Entendés esto es el amor

Que saben ustedes

Les voy a contar algo

he conocido a tipos en la cárcel

que tienen más estilo

que las personas

que vienen a esta universidad

a las lecturas de poemas

Son chupasangres

que quieren comprobar

si las medias del poeta

están limpias

si no tiene chucha

Creánme no intento defraudarlos

Quiero que recuerden algo

en esta habitación hay un solo poeta

sólo un poeta esta noche en la ciudad

quizás un sólo poeta de verdad esta noche en el país

y ese poeta soy yo

Qué mierda saben ustedes de la vida

Qué saben de cualquier cosa

A quién de ustedes lo echaron del trabajo

Quién cascó a su hembra

A quién lo apaleó su hembra

A mí por ejemplo

me echaron de Sears Roebuck

cinco veces

y me recontrataron otras tantas

Era el chico de la bodega

Y ya tenía 35 años

y me echaron porque creían

que yo robaba galleticas

Sé de qué se trata

Estuve ahí

Tengo 51 años ahora y estoy enamorado

Esta pendeja me dice

Bukowski

le contesto siempre

QUÉ

Tenés la cabeza llena de mierda

BEBÉ vos sí que me comprendés

Ésta es la única hembra

hombre o mujer en este mundo

de la que aceptaré

comentarios de esta índole

Vos no sabés qué es el amor

Todas vuelven finalmente

salvo ésa de la que ya te hablé

Estuvimos juntos siete años

Solíamos beber muchísimo

Hay un par de dactilógrafos

esta noche en esta habitación

pero escasean los poetas y no me sorprende

Tenés que conocer el amor para escribir poesía

y….

Vos no sabés qué...

Ése es tu problema, el amor

Dame un poco de eso

Así

Sin hielo

Bueno ya es hora de comenzar el espectáculo

Sí si ya sé lo que dije

Sólo un trago más

tiene buen sabor

Vamos quiero terminar esta lectura temprano

Y después no se descuiden

no se acerquen a las ventanas


traducción: Jhon Edwar López Rendón

Con respecto a este poema Bukowski dijo: ''Viejo, esa noche que él escribió acerca de mí yo estaba borracho como siempre y le estaba gritando a todos esos profesores y chicos universitarios ''bebés, Miro alrededor de esta habitación y veo muchos dactilógrafos pero no veo escritores porque ustedes no saben lo qué es el amor- Oh, Dios! yo estaba cantando eso y Carver lo atrapó.''