Seguidores

martes, 13 de marzo de 2012

Resentimientos 1(el piojo y la pulga).


En primer lugar, tenemos a Lupe, una pulga muy guapa. Y de buena familia. Una familia cuyo apellido se ha embadurnado, recientemente, de una pátina de respetabilidad (eufemismo para disimular que están forrados, muy probablemente, de forma ilícita. Ustedes saben: ‘‘es que mi tío tiene una empresa de import & export. ’’  WTF???).
Bueno, el caso es que, gracias a esto, Lupe fue una de esas pulgas que gozan de excesiva popularidad durante su adolescencia (cuando digo popular quiero decir que todo el mundo le conocía. Tanto las pulgas hembras como las pulgas machos se hacían pajas en su nombre. Digamos que podría ser la porrista rubia que sale con el Quarterback en el típico tostón gringo de humor adolescente). Lupe, cuyos pretendientes se extendían en un amplísimo rango que iba desde garrapatas deportistas a chinches artistas, decidió casarse con el socio de su tío. Una pulga vieja y gorda con mucho bling bling. Un psicoanalista, simplificándolo todo, diría que el problema de Lupe es que tenía ‘‘Daddy Issues’’. No lo sé, lo cierto es que aquella unión no terminó bien. Y el tiempo pasó y todos sabemos lo cruel que puede ser. Especialmente, si has apostado todas tus fichas en algo tan perecedero como tu apariencia. Sin embargo, Lupe aún conserva sus implantes (¿biopolimeros?) y su extraordinario guardarropa (Prêt à porte de lujo, Haute couture y zapatos de piel de cocodrilo) porque no podemos olvidar que Lupe es, ante todo, una fashion victim, un modelo ideal de consumidora que siente a flor de piel cada pellizco publicitario como si se le manifestara una dermatitis después de cada comercial televisivo que promociona ropa o perfumes. ¡Pobrecita la pulguita! El diseño de los espacios interiores de su casa en una estética muy Feng shui. Espacios que, a pesar de la armonía oriental tan en boga, rezuman patetismo y soledad a partes iguales.

Por otra parte, tenemos a Paco, un piojo halterófilo, aunque no siempre fue así. Solía ser un piojito pálido y escuálido sin mucha gracia. Nada brillante. No era nerd ni atleta ni mucho menos popular. Fue un piojo que lo probó todo: El ajedrez, la fotografía, los dreadlocks, el yoga, el yagé y los rezos a la Pacha. Intentó aprender a tocar guitarra y unirse a una tribu de jebis, tribu que después abandonó cuando le dieron ganas de dejarse crecer la cresta. Luego, abandonó el jabón azul por el gel,  la corbata y el gimnasio. Fue allí donde, Paco, se encontró a gusto, se hinchó, se hinchó y se hinchó más. Paco, ahora frecuenta las viejotecas buscando catanas arrechas aderezadas de repello.

Algún día la pulga y el piojo se van a encontrar.




POST SCRIPTUM: Aclaro que escribí esto porque la porrista rubia no me lo dio, y además mi psicoanalista me recomendó este ejercicio como curación catártica. (Creo que no es necesario aclarar que yo soy Paco) 

No hay comentarios: