Seguidores

sábado, 25 de abril de 2015

TODOS SOMOS GUACHERNA



Leo el nombre de Laureano Gaitán - Gaitán y pienso en monstruos mitológicos, en grifos, quimeras o perros de tres cabezas. Pienso en El Frente Nacional y en micorrizas. Pienso en como la clase dirigente de este país ha logrado mantenerse en el poder gracias a su plasticidad y a su absoluta falta de valores. Papa, patata, liberal, conservador. Ornamento, la nueva novela de Juan Cárdenas, narra de manera anamórfica esta historia, es una novela que funciona como un espejo que refleja una realidad distorsionada. Es una novela política pero curiosamente para nada aburrida, la prosa de Cárdenas es escueta y va a lo que va, sin regates sin ampulosidad. Una novela que se deja leer de corrida.

Tenemos tres personajes principales, las tres cabezas del monstruo. Un científico que está haciendo pruebas en una nueva droga experimental, una droga que sólo actúa sobre mujeres y cuyos efectos son cercanos al orgasmo. Su esposa, una artista plástica de renombre que está a punto de inaugurar su nueva exposición pero que se ve en una crisis creativa y una joven madre soltera que se cruza en sus vidas porque entra como voluntaria a hacer pruebas para la nueva droga. Esta mujer completará el triángulo metafórico en donde se reflejan los partidos políticos, el mundo intelectual supremamente snobista y ciego y la nueva clase social de narcotraficantes. El científico en una parte de la novela no titubea al declararse como narco: ‘‘Porque eso es, al fin y al cabo, lo que somos: narcos, como los de las películas. Guacherna, todos somos guacherna’’. La guacherna que prolifera como mala hierba en un país en donde sólo suena ‘‘la balada romántica del conflicto bipartidista’’. Un conflicto de ‘‘dos viejos partidos políticos que se aman en secreto’’ porque son el mismo.

La novela está narrada en primera persona, aunque el narrador no siempre es el mismo, cambia de la voz del científico a la voz de número 4 (la joven voluntaria). Es verdad que la novela maneja cierto realismo sin embargo por momentos tenemos pequeños destellos de surrealismo que crean cierta perplejidad en el lector, una sensación de incertidumbre con respecto a lo que está pasando, este juego le da a la narración un toque fantástico poco usual en la narrativa realista colombiana. De hecho, uso esa etiqueta sabiendo que es desafortunada, porque la novela de Cárdenas juega con los estilos, los cruza, quizás debido a que carece de alguno o esa es su tentativa.

Es un placer leer páginas como estas, tan abiertamente comprometidas y al mismo tiempo tan libres de ataduras. Quizás deberíamos hacerle caso a número 4 y liberarnos de las rejas de la educación y leer Ornamento sin intentar descifrarla.